Mientras cursaba mi maestría en Economía, también trabajaba a tiempo parcial como asistente de profesor y a tiempo completo en el Royal Bank of Canada (RBC). El día no tenía suficientes horas, por lo que mi sueño se veía afectado. Mi apretada agenda me llevó a un episodio de agotamiento severo, que culminó en una visita al hospital después de casi desmayarme en el trabajo. A pesar de comer sano y hacer ejercicio, estaba simplemente agotada porque no le daba prioridad al sueño.

Esta situación me obligó a concentrarme en mi sueño. Implementé una rutina rigurosa y probé innumerables productos con la esperanza de perfeccionar mi descanso. Aunque mi sueño había mejorado, seguía despertándome cansada y mi prometido mencionó que a menudo me oía rechinar los dientes durante la noche. Después de leer un par de estudios, llegó a casa una noche con esparadrapo en la mano y dijo: «Esta noche nos vamos a vendar la boca». Mi primera reacción fue: «No».

Sin embargo, con el tiempo, noté que sus ronquidos habían cesado y me dijo que nunca había dormido tan profundamente. Así que investigué a fondo y leí el libro "Brea" de James Nestor, y todo empezó a tener sentido. Los humanos no estamos hechos para respirar por la boca; nuestra alimentación y estilo de vida modernos han normalizado este mal hábito, dejando nuestro sistema nervioso en un estado de alerta. Había asistido a clases de respiración y practicado diversas técnicas de meditación donde vi de primera mano el impacto que puede tener la respiración, pero nunca me di cuenta de que podía estar respirando mal mientras dormía.

Lo comprendí: nuestra respiración es fundamental para optimizar nuestra salud y dormimos un tercio de nuestras vidas.

Pero incluso una vez que decidí probarlo, me llevó casi tres meses engancharme porque no era constante y la cinta médica que usábamos solía acabar en mi pelo cada mañana, haciéndome pensar: ¿realmente obtenía los beneficios? Pero cuanto más lo hacía, más fácil me resultaba y mejor me sentía. Incluso me descubrí deseando hacerlo; no podía dormir sin él. Era el "truco de salud" más fácil que había probado en mi vida, y solo tenía que dormir.

Durante los tres años siguientes, probé con entusiasmo todas las cintas bucales del mercado. Cada nueva marca me daba esperanzas, pero ninguna cumplía mis expectativas. Después de un producto particularmente decepcionante (en el que gasté $30 solo en los gastos), le dije a mi pareja: «Quizás podamos hacer nuestra propia cinta bucal», aunque sea solo para nosotros.

Tras medio año de meticuloso diseño y búsqueda, creé la Cinta Bucal Bouche: un producto premium de grado médico, hipoalergénico, sin BPA, sin látex, sin fragancia y apto para barbas. Es lo suficientemente resistente como para mantenerse en su lugar toda la noche, pero a la vez lo suficientemente suave para pieles sensibles (algo muy importante para mí).

Nuestra cinta es ideal para todos, desde personas con sueño inquieto hasta deportistas que buscan optimizar sus patrones respiratorios. Crear Bouche no se trataba solo de satisfacer una necesidad del mercado; se trataba de mejorar vidas. Cada testimonio que recibimos de clientes satisfechos alimenta nuestra pasión y compromiso con la calidad. Saber que nuestro producto ayuda a las personas a dormir mejor, sentirse con más energía y llevar una vida más saludable es la mejor recompensa.

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Anabella